Algunas de las 10 mujeres y adolescentes que acudieron hace poco a una clínica médica en el este de Venezuela para recibir anticonceptivos gratuitos se veían un tanto incómodas cuando un trabajador de salud comunitaria les enseñó cómo utilizar adecuadamente un DIU, preservativos y fármacos anticonceptivos.
El trabajador de salud también les preguntó qué sabían sobre el VPH, la infección de transmisión sexual más habitual en todo el mundo y la causa de casi todos los cáncer de cérvix. De las 10, de entre 16 y 33 años -dos de las cuales habían viajado hasta Putucual en barco y autobús— sólo una había oído hablar del virus del papiloma humano en la escuela intermedia. El resto había hablado de ello con amigas y primas, pero nunca con sus padres.
Ninguna sabía que existen vacunas contra el VPH, a pesar de que los pediatras venezolanos recomiendan desde hace mucho administrarlas a todos los niños a partir de los nueve años.
El gobierno venezolano ha roto de forma reiterada su promesa de proporcionar los fármacos gratis, y muchos maestros de escuelas públicas no han implementado el requisito de impartir educación sexual. El gobierno del presidente Nicolás Maduro afirma que el bienestar de jóvenes y mujeres es una prioridad, pero en finalmente recae sobre los padres hablar a sus hijos sobre el VPH y pagar las vacunas en clínicas privadas. Eso está fuera del alcance de muchos en un país en el que los trabajadores del sector privado ganan de media 202 dólares al mes, y el salario mínimo mensual de los trabajadores públicos es 3,60 dólares además de 100 dólares en primas.
La mayoría de las infecciones del VPH son asintomáticas y desaparecen sin tratamiento. Pero algunas pueden provocar verrugas y cáncer en los genitales, especialmente en el cérvix, pero también en el ano, el pene y la garganta.
Hay pocas estadísticas oficiales de salud en Venezuela, lo que hace prácticamente imposible conocer la tasa de infección de VPH o cuánta gente se ha vacunado, ya sea por vía privada o en organizaciones no gubernamentales. Las estimaciones de cobertura de vacuna del VPH de la Organización Mundial de la salud muestran un espacio en blanco para Venezuela.
El gobierno de Maduro estimó en 2022 que el 30% de las mujeres venezolanas están afectadas por cepas de VPH que pueden provocar cáncer. Pero el Ministerio del Poder Popular para la Salud no hizo públicos los datos ni cifras históricas para mostrar su evolución.
Los profesionales de salud en el país suramericano dijeron a The Associated Press que la cifra del gobierno está por debajo de lo real.
“Con el VPH hay una deuda social y moral de todos los gobiernos con lo que respecta a la población femenina”, dijo el doctor Carlos Cabrera, ginecólogo y obstetra en una clínica privada y director del programa de medicina maternofetal en la Universidad Central de Venezuela. “Pero a la gente no le gusta hablar de la salud sexual y reproductiva”.
Cuando las vacunas del VPH llegaron al mercado a mediados de la década de 2000, las arcas del estado venezolano, dependientes del petróleo, estaban en buena forma. El precio del crudo —el recurso más valioso de Venezuela— subía de forma constante y el país producía más de un millón de barriles al día. En 2009, los médicos instaron al gobierno del presidente, Hugo Chávez, a introducir la vacuna en el calendario de vacunas, pero fueron ignorados.
En 2015, funcionarios del Ministerio de Salud parecían dispuestos a empezar a ofrecer las dosis y mencionaron en su reporte anual que el calendario de vacunación las incluiría y empezarían “a ser aplicadas a partir del año 2016”. Para entonces, los agujeros presupuestarios de Venezuela debido a la mala gestión financiera eran evidentes, pero las sanciones económicas de Estados Unidos aún no habían golpeado a la industria del petróleo.
La promesa más reciente de Venezuela sobre las vacunas se hizo en 2022 tras un acuerdo con GAVI, unas alianza global públicoprivada que ayuda a los países pobres a conseguir vacunas. Miembros del gobierno dijeron que esperaban que las entregas llegaran en 2023, pero ese año no se distribuyó ninguna dosis y tampoco aparecen en la lista de fármacos ofrecidos en la semana nacional de vacunación.
El Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información no respondió a preguntas de AP sobre la situación de las vacunas, incluidos los motivos del retraso.
GAVI, cuya asistencia tiene límites de tiempo y requiere compromisos de financiamiento de los gobiernos, dijo en un comunicado que Venezuela ha “reconfirmado su (...) intención” de introducir la vacuna del VPH en noviembre de 2023. La organización no respondió a una pregunta de AP sobre cuándo esperaba que llegaran las primeras vacunas, y se limitó a decir que los preparativos para desplegarlas toman un tiempo.
El calendario de vacunación del Ministerio de Salud sigue sin incluir la vacuna contra el VPH. Pero eso no ha impedido a la televisora estatal emitir de forma ocasional un anuncio de dibujos animados donde un superhéroe que recuerda a Maduro —"Super Bigote"— y enfrenta a adversarios acusados de querer “destruir todo” en Venezuela, incluidas las “vacunas de las mujeres más jóvenes”. En todo el mundo, las niñas y mujeres jóvenes son el principal grupo receptor de las vacunas contra el VPH.
Las clínicas privadas en Venezuela que obtienen la vacuna a través de importadores la venden por 100 dólares o más, dependiendo de la marca y la ciudad, y recomiendan uno o dos recordatorios, que suponen un gasto adicional. Muy pocos pueden permitirse eso: los salarios de empleados públicos y privados no bastan para cubrir la comida de un mes para una familia de cuatro personas, que supera los 350 dólares.
La concienciación sobre el VPH es otra cuestión: antes las escuelas públicas enseñaban sobre las enfermedades de transmisión sexual y daban la oportunidad a los alumnos de hacer preguntas que podrían no sentirse cómodos planteando a sus padres. Sin embargo, los educadores ahora ignoran en su mayor parte ese requisito de enseñar la materia, ya sea por creencias personales o porque sus escasos salarios obligan a los maestros a buscar un segundo o tercer trabajo, hasta el punto de que no están en los salones cinco días por semana.
“Teóricamente, en papel, tenemos un programa de educación sexual decente apegado a normas internacionales, con mensajes correctos”, dijo la doctora Lila Vega, pediatra y miembro de la Red de Madres, Padres y Representantes de Venezuela, una ONG que fomenta la participación de padres y tutores en las escuelas. “Pero en la realidad, ni siquiera estamos enseñando a sumar y restar, y la educación sexual no es prioridad”.
Durante el mandato de Chávez, los ministerios de educación y cultura editaban e imprimían varios libros de texto gratuitos. “Vida y salud integral”, para alumnos de séptimo grado, tenía largas explicaciones sobre el embarazo adolescente, los métodos anticonceptivos y los riesgos de cáncer que suponían las infecciones del VPH. Incluía una imagen de “posibles lesiones causadas por el virus VPH”.
El gobierno de Maduro imprimió por última vez los libros en 2015. Las autoridades educativas establecieron después una biblioteca digital a la que los profesores pueden derivar a los alumnos, pero el libro sobre salud nunca se incorporó a la plataforma. Algunos maestros aún comparten una versión en PDF del libro con sus alumnos y otros indican a los niños que consulten copias antiguas en las bibliotecas escolares.
Adriana Yeguez, de 33 años y que participó en la sesión en la clínica de Putucual gestionada por la organización médica global Médicos Sin Fronteras, cree que los adolescentes como su hijo de 16 años necesitan más información de la que pueden conseguir por su cuenta o en la escuela. De modo que ella y su pareja le hablan del VPH.
“Nosotros sí le explicamos, sobre todo lo de las enfermedades”, dijo Yeguez. “¿Si se le pega? Imagínese. ¿Si no hay tratamiento? ¿Si no tenemos dinero?”.
Los estudios en algunos países latinoamericanos muestran que la falta de conocimiento entre los padres sobre el VPH era un obstáculo para las vacunaciones. Y en Venezuela, los médicos dicen que padres y administraciones también se resisten a la vacuna debido a tabúes culturales y a la falsa idea de que las niñas lo verán como una luz verde para la promiscuidad.
La vacuna previene más del 90% de los cánceres causados por el VPH. Yuly Remolina, investigadora y oncóloga en Ciudad de México, cree que esa estadística es el mejor argumento de por qué los gobiernos deben proporcionar las vacunas y los padres y adultos jóvenes deben solicitarlas.
“Es increíble seguir viendo a pacientes jóvenes con cáncer de cérvix que no se puede operar, que hay que darles quimioterapia y radioterapia, y que terminan falleciendo por esta causa”, dijo Remolina, que atiende a pacientes de Venezuela, Colombia y otros países latinoamericanos.
Por eso Daniel Rojas, trabajador de salud comunitaria en la clínica de Putucual, instó a las mujeres y adolescentes a buscar atención médica si sospechan que tienen una infección de VPH. “No dejen pasar los días pensando ‘será que sí, será que no’”.
AP